Columna / La Cornada

Por: El Cimarrón

 

Como ocurre con cierta periodicidad, el pasado viernes 21 de diciembre, se llevó a cabo otra reunión entre mandos medios y superiores de las diferentes corporaciones encargadas de ofrecer seguridad a la población.

 

Sin embargo, el mundo del hampa sigue desatado a mas no poder, por lo que la sospecha persiste y la duda aún más, en que estas reuniones se realizan como mero formulismo, a manera de justificar el enorme gasto que implica sostener a los cuerpos policíacos, cuyos integrantes -no todos, hay que reconocer- son apuntados con el índice de la incredulidad popular de que poco hacen en realidad por contener la ola delictiva.

 

Para empezar, las autoridades que forman los gabinetes de seguridad en los tres órdenes de gobierno, deben marcar diferencias entre delincuencia organizada y narcotráfico, para poder trazar estrategias distinas en el combate a ambas actividades; no es lo mismo  implementar acciones para combatir a la delinciencia organizada que trazar planes para frenar el narcottráfico.

 

Los delincuentes organizados suelen organizarse (valga aquí la redundancia) para cometer delitos de todo tipo y obtener ganacias, con robos, asaltos, robo de vehículos, etcétera; los narcotraficantes “profesionales” suelen conducirse con discreción, porque ven en su actividad un negocio redituable, aunque sea ilegal, por eso no deben ser confundidos con los llamados “narco-nacos”, esos que, apenas obtienen algún ingreso extraordinario por algún “jale” sucio que hayan hecho, se vuelven locos, presumidos y hasta mamones y les da por exhibirse como lo que realmente son: ingnorantes con dinero.

 

Sin que se justifique ninguna de esas dos actividades, porque ambas son ilegales, las diferencias son abismales: el delincuente saquea y afecta la economía en los sitios donde opera; el narco contribuye a reactivar la economía, aunque el dinero sea de procedencia ilícita. Para ser más precisos: los narcos llegan a un negocio a gastar el producto de su actividad y dejan derrama económica que beneficia a los dueños y empleados de esos negocios; en contraparte, el delincuente asalta y roba para llevarse la derrama económica que deja el narco y la economía formal. No son lo mismo, dírían los estudiosos de la economía: “hay niveles” hasta en las actividades ilícitas.

 

Bajo esa observación, las autoridades deben actuar igualmente en vertientes distintas para prevenir y combatir ambas actividades, no con las mismas estrategias ni con las mismas armas. Se requiere inteligencia, por eso no se avanza en abatirlas.

 

Es por eso que, la enésima reunión que se realizó el pasado viernes 21 de diciembre en el salón Casino del Centro Social, Cívico y Cultural Riviera de Ensenada, supuestamente con el objetivo de evaluar estrategias de seguridad y resultados policiales obtenidos en los últimos meses, pudiera decirse que no responde a las expectativas de la sociedad de Ensenada en materia de seguridad, pero si las autoridades no lo perciben de esa manera, pues por más reuniones que organicen y análisis que hagan, no va a ser posible abatir este flagelo.

 

En esa reunión, el titular de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, GERARDO MANUEL SOSA OLACHEA hizo la observación de que las mesas de trabajo “han permitido tener un control de las acciones implementadas entre las diversas instancias de seguridad y procuración de justicia” en el puerto de Ensenada y abundó que estas estrategias permiten plantear acciones para dar mayor seguridad a los ciudadanos, a través de la efectiva operatividad de las corporaciones policiales, hecho que transparenta buenos resultados, a través de la detención de miles de delincuentes y millones de dosis de droga decomisada en lo que va de este año en el Estado de Baja California.

 

Podrían asimilarse como ciertas sus apreciaciones, si no fuera porque las estadísticas que aporta siguen sin responder a las expectativas de tranquilidad de las que la sociedad está ávida, desde el memento en que no puede andar en la ciudad con la confianza y certeza de que, a la vuelta de la esquina, saldrá algún delincuente a asaltar al ciudadano común que, con el producto de su trabajo, acude a algún negocio a hacer sus compras.

 

Por más que la dibujen color de rosa, la situación no está como para que la autoridad se llene de gloria y presuma que sus estrategias han dado resultados que garanticen la tranquilidad para los ciudadanos. Para no perder el estilo silvestre, salvaje y coloquial de este cuadrúpedo, mejor es decirles: “no la chiflen que es cantada”; o, si de ser lépero se trata, la recomendación sería: No mamen en tiempos de dar topes.(EC).

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